jueves, 26 de enero de 2012

Una película llamada "Antes de que todo se desvanezca" 1


   "Antes de que todo se desvanezca" comienza con el sonido de un proyector, uno de los Caprichos de Goya y One de Aimeé Man, el tema que inicia "Magnolia". La hora y media siguiente irá mezclando unas veinte películas, tan cogidas con alfileres y plagada de trampas, como suelen ser las fluctuaciones sentimentales del ser humano.
   Siempre me han atraido las metáforas: en este caso, una tras otra se montan y entretejen para contar la historia del proceso mental y emocional de una ruptura. 
  Pese a la fragmentación de personajes y situaciones, el modo en que es contado se adapta como un traje apenas hilvanado a la historia. Dejándose llevar, el aparente embrollo inicial se adentra en el espectador permitiéndole acceder a sus propios sentimientos; quien halla pasado por una separación, se reconocerá más temprano que tarde porque a fin de cuentas, nos parecemos más de lo que nos gustaría pensar. 





  Soy de quienes creen que el montaje final lo edita el espectador en su cabeza y no siempre tras acabar la cinta, a veces algunas películas vuelven a tu cabeza en repetidas ocasiones Se trata de presentarla, dadas sus extrañas características, permitiendo que quienes la vean hoy, puedan ubicarse desde el primer momento dentro de su peculiar manera de narrar a través de múltiples y variadas voces. 
    Resulta mejor conocer las películas de las que está compuesta, pero no es imprescindible. Pero el mejor modo de disponerse a verla es permitir que los sentimientos de sus protagonistas te contagien. 
    Tomar una decisión así es un acto de pura supervivencia, pero del otro lado queda alguien que lo hagas como lo hagas, abandonas tras un largo período de convivencia, optando por salvarte tu, sin poder tener demasiado presente el infierno que le espera al otro. La mala conciencia, las  preguntas sin respuesta y las razones que a ti mismo te cuentas, acuden para disipar o acrecentar esa sensación. 
   Ser quien toma la decisión no impide intuir lo que se te avecina "Tengo 42 años, en menos de un año habré muerto"  Tras estallarte la cabeza disfrutas un poco de paz, no dura mucho, has de rehacer tu vida y no aciertas ni a imaginar cómo.
    Separarse y dejar de querer, por suerte o por desgracia no es lo mismo pese que al final suela ocurrir así. A menudo suele tratarse de la imposibilidad de convivir llevando un proyecto conjunto hacia delante, pero durante el proceso se rumia una y otra vez el pasado hasta poder digerirlo: "No, no era libertad lo que quería, sino una salida. ¡Salir! ¡Salir! ¡Salir! ¡Saliiiiiiiiiiiir!" Quizás porque sin darte cuenta, hace tiempo te encuentras en una ciénaga de la que sales o te hundes, una decisión de esas que no son tales, no las tomas, te empujan a tomarlas.







No hay comentarios:

Publicar un comentario