jueves, 9 de febrero de 2012

Ni olvido ni perdón... Parece cruel y suena peor ¿No?

Depende, todo depende.
  
  Hacía tiempo ya que la capacidad de perdonar me parecía esencial y envidiable en el ser humano, puesto que la venganza y el odio siempre me inspiraron desprecio y temor. Caía entonces en no encontrar otras alternativas cuando haberlas.......................... hailas
   EL catolicismo en el que he crecido me hacía suponer que el perdón era lo más deseable para zanjar conflictos leves o graves sin llegar a pensar en ninguna otra alternativa, pero no me daba cuenta de la trampa que ese perdón escondía
  Perdonó para que perdonáramossuena magnífico, como poner la otra mejilla pero no me convence, prefiero agacharme y ajustar las cuentas lo dejo para quién decida quedarse en el lugar de los hechos: yo Mec Mec, el Coyote no me va a coger (aunque siempre halla preferido al Coyote, todo tiene sus excepciones).
  
  En estos días, he recordado unas palabras que en su momento me sonaron muy fuertes e inaceptables pues siempre que las había oído pronunciar, daban la impresión de condena sumaria sin previo juicio o juicio final directamente. De ahí al pavor interdental con las mandíbulas encajadas como dos piezas de coche siniestrado, no había distancia alguna y  yo lo rígido en el rigor mortis es lo suyo pero rigidez, frigidez o inmovilizarme la nuez, no son cosas que me atraigan
   Las pronunció Manuel Vazquez Montalban en la entrevista que le realizó "Epílogo", un programa del plus que se grababa para emitirlo tras el fallecimiento del entrevistado (lo que te digo, de siniestro en siniestro y tiro por no ser funesto).  
   
    La pregunta y respuesta son las siguientes:

ENTREVISTADORA: Dígame sinceramente: ¿Los progresistas de su generación perdonaron en lo más profundo todos los dolores, por ejemplo de los que me está hablando, que les propició la España vencedora o fue tan sólo una comedia para hacer posible la convivencia?

MONTALBÁN: En política las únicas consecuencias reales vienen de lo que se llama la correlación de fuerzas. Cuando Franco desaparece, en España no se pudo establecer una correlación de fuerzas sino una correlación de debilidades. Ninguna de los implicados estaba en condiciones de imponer su potencialidad sino de que respetasen su debilidad. Por lo tanto yo ni he perdonado ni he olvidado, soy lúcido; en ese sentido conozco los límites del desquite y la inutilidad del desquite, pero la inutilidad del desquite y el ser lúcido sobre la inutilidad del desquite no quiere decir que haya perdonado ni que haya olvidado. En ese sentido, para mí uno de los lemas más hermosos de la guerra civil no es ni el más vale morir de pie que vivir de rodillas de la Pasionaria ni el no pasarán sino que es el de Margarita Nelken: ni olvido ni perdono.

  Entonces como digo, me parecieron fuertes y desproporcionadas: hoy las suscribo. No solo en ese caso particular, sino haciéndolo extensivo al mismo concepto: el perdón comienza a parecerme una entelequia (D.R.A.E.- 1. f. En la filosofía de Aristóteles, fin u objetivo de una actividad que la completa y la perfecciona. 2. f. irón. Cosa irreal... me quedo con el 2). 
   Me precio de no ser rencoroso, lo cual no quiere decir que no tenga o padezca rencor 
y algunos cientos de cuitas perdidas desde la primera vez que osaron quitarme el chupete de la boca (cuitas no lo busco por no extenderme), sino que tiendo a diluirlo puesto que mantenerlo dentro de mi, me desagrada profundamente (lo cual con el Cola Cao sin embargo me encanta). No siempre lo consigo, pero lo sigo intentando. Pero una cosa es eso, digamos el procurar no guardar rencor y otra bien distinta el perdonar (de olvidar ni hablamos, a no ser que se trate de un olvido involuntario: las llaves en el retrete. Os preguntaréis cómo puede alguien dejarse sus llaves en un retrete, pero hay preguntas que es mejor no hacerse). 
   Tampoco es que crea en la justicia, pero en el perdón aún menos, es voluntarioso y tan extremadamente escurridizo como las gotas de mercurio. Puedo creer en que infligido el daño, se impida reincidir en él de algún modo pero como dice el dicho, el camello y la pasma siempre llegan tarde y no se me ocurre un modo de impedirlo (soy torpe, lo se, pero inmovilizar a un ser humano es un cursillo que suspenso repetidas veces y ya he dimitido de intentarlo).


 Me da alergia solo pensar en juzgar a alguien. En su día conseguí ser reconocido como objetor de conciencia a la institución del jurado y me siento muy a gusto escurriendo esa responsabilidad que no acepto, o ese bulto si así se prefiere considerar (ahora solo me falta cargarme de paciencia para apostatar y ganar). 
   Pero el perdón es mentira. Suena tan falso y voluble como la tolerancia frente al respeto. 
  ¿Qué concepto me merecería más respeto que el perdón? ¿El indulto? ¿La amnistía?No vamos a indultarlos a todos y de uno en uno como hacen por navidad en un penal de Cadiz nos pilla el dichosos juicio final en una cola ecuatorial.  Seamos honestos, con el ojo por ojo y el diente por diente la justicia empezó fatal, dicen que es ciega, pero no tiene pies ni cabeza así que la ceguera es lo de menos. Si, vale, esta bien,  el oeste americano en su versión cinematográfica, tampoco es solución por mucho que halla favorecido a Gary Cooper así que ha de ser algo creíble y que guarde proporción y ni siquiera con eso termina el problema ni las preguntas que debería seguirme haciendo.


Tengo claro que a esto del Perdón (si le pones de los pecados ya te giñ...), 
le estoy cogiendo cierta tirria y de momento lo tengo en cuarentena. 

¿Contradicciones? ¡Por supuesto!

Aquí podéis oir la primera parte de la entrevista y el resto del programa si os apetece verlo.   






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